jueves, 2 de febrero de 2017

Te busqué.

Te busqué por debajo, por arriba, cerca, lejos, feliz y celosamente.

Te busqué en decenas de rostros y en cientos de sonrisas. En momentos tristes y en soledades grises.

Te busqué con la esperanza de, un día, rendirme en tus brazos y dejarme llevar por la dulce sensación de pertenecer a ese huequito cerca de tu corazón.

Te busqué tantas veces...

Te encontré.

Te encontré tan sólo para saber que no eras para mí.

Te encontré... y me perdí.




Karla Monroy.
Sabes que te has convertido en un docente con vocación, cuando pasas gran parte del tiempo libre pensando en todas aquellas cosas nuevas que podrías hacer con tus alumnos.
La creatividad es la compañera indispensable de cada día y además, piensas que una franca sonrisa de los niños, al realizar todas aquellas locuras que diseñas para hacerles los procesos de aprendizaje más divertidos, es suficiente para sentirte satisfecho.
Ya no importa que, socialmente, el docente ha perdido mucha de su autoridad, porque hemos ganado muestras de afecto inigualables.